rebeldía e indiferencia

Ap. Julio Palomo
7 minutos

El deseo de ser útiles

Declaramos en este tiempo que Dios nos da la autoridad para hacer volver los hijos a los padres y los padres a los hijos, para que se rompan lazos y maldiciones generacionales.

Así como Jesús, nosotros portamos unción y poder del cielo para ir llenos del Espíritu Santo para dar testimonio y trastornar el mundo de las tinieblas con la luz de Cristo. Leamos el libro de Lucas, capítulo 1, para comprender un importante principio:

Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

Lucas 1:11-17

Centrémonos en los últimos versos para aceptar la instrucción que Dios nos entrega. Puntualicemos los aspectos importantes del texto.

Nuestra rebeldía tiene que morir, y junto con ella, toda emoción que provoca al hombre y a la mujer de Dios a ir en contra del mover del Espíritu Santo que nos está guiando a nuevos desafíos. Esto incluye dar cuenta de todo lo que hacemos en lo privado y exponerlo a nuestras autoridades, porque la rebeldía nos hace dueños de una verdad personal muy peligrosa, que nuestras autoridades pueden discernir y erradicar por la unción de Dios en ellos.

De esta forma, el texto nos impulsa a salir de la rebeldía para alcanzar la prudencia. Si el pueblo de Dios no está dispuesto a servir a Dios es porque está guiado por el sentir humano. No hay disposición en el corazón de una persona que busca hacer valer sus propias intenciones más que las intenciones de Dios en su vida.

¿Por qué nos cuesta seguir órdenes y ayudar en lo que se nos pide? Pues, es por la indiferencia que hay en nuestros corazones y que no hemos podido erradicar.

Para lograr un dispuesto y llegar a ser útiles para el servicio a Dios, tenemos que renunciar a estas dos potestades que estorban el crecimiento de los hijos de Dios, que son la rebeldía y la indiferencia. Mientras nos mantengamos bajo el yugo de estos espíritus no podremos servir con alegría y gratitud, razón más que suficiente para que cada día renunciemos a nuestro sentir humano.

Podemos constatar, por tanto, que estás potestades obstaculizan la preparación de un pueblo bien dispuesto para la obra del Señor.

Ap. Julio Palomo

¿Cuáles son las consecuencias de la rebeldía y la indiferencia?

Ahora bien, tenemos en la historia de Eliseo y su discípulo Giezi una clara enseñanza sobre lo que pasa cuando nos dejamos guiar por nuestro propio sentir, dando paso a la rebeldía y a la indiferencia.

Giezi, quien desobedeció la orden del profeta para ir a buscar la ofrenda que no le correspondía, dio muestras de poseer un corazón apartado de la prudencia y de la obediencia. Leamos 2 Reyes, capítulo 5:

Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa. Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien? Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; «te ruego»  que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos. Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él. Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen. Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le, dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido «a ninguna parte.» El entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando, el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve.

2 Reyes 5:20-27

En esta historia, vemos cómo la rebeldía nos lleva a cometer actos imprudentes, pues Giezi desobedeció la orden del profeta, guiándose más por lo que él pensaba, que por la palabra recibida con anterioridad.

La indiferencia a la instrucción de Jehová a través del profeta Eliseo hizo aflorar en Giezi los deseos de su corazón, ya que podemos ver intenciones de avaricia, codicia, mentira y egoísmo. Ahora podemos entender algunas cosas que nos pasan: recibimos instrucción de Dios y hacemos caso omiso, dejándonos llevar por los deseos de la carne. Por esta razón, tenemos que abandonar la rebeldía que provoca el sentir humano en cada uno de nosotros.

La rebeldía y la indiferencia ante la palabra de Dios trajeron la maldición de la lepra sobre el siervo que no pudo con su propio sentir. ¿Qué es la lepra en la vida de los cristianos? Como la lepra es algo tan visible, que causa que el cuerpo se deteriore y se corrompa, sirve muy bien como símbolo de un estado pecaminoso.

El pecado corrompe a la gente espiritualmente de la misma forma que la lepra lo hace físicamente. La lepra nos llenará de vergüenza, nos aislará de nuestros hermanos y generará un estado visible de distanciamiento a Dios.

Ap. Julio Palomo

¿Qué nos promete Dios si abandonamos la rebeldía y la indiferencia?

La unción de Cristo vino para romper el yugo de la indiferencia y la rebeldía para estar bien dispuestos para la obra del Señor.

Estar bien dispuestos tiene que ver con preparar, construir, edificar y alistar, lo que quiere decir que servimos con gozo y alegría para hacer todo lo que Dios ordena.

Al contrario, cuando la rebeldía y la indiferencia están en nuestra vida no servimos al Dios de nuestra salvación.

Por lo tanto, en este día declaramos que la indiferencia y la rebeldía son rotas, caen ante la presencia del Señor, y se corta el sentir del hombre que se sobrepone al sentir de Cristo.

Todos aquellos que anhelamos servir a Dios y agradarle en todo lo que hacemos, nos disponemos sabiendo que no peleamos solos, Dios pelea por nosotros. Tengamos la certeza de que nuestra provisión viene de nuestro Señor y nunca nos abandonará.

La prudencia trae muchos beneficios a nuestra vida. Uno de ellos es mantener nuestra confianza en Cristo, al estar apoyados sobre la roca. El libro de Mateo nos enseña lo siguiente:

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.

Mateo 7:24-27

¡Qué hermoso es llevar una vida de prudencia, amparados bajo la dirección y el cuidado de nuestro Dios! Abandonemos nuestro sentir, para llenarnos del sentir de Cristo, que nos aparta de toda rebeldía e indiferencia frente a todo lo que Dios nos está hablando.

Él quiere lo mejor para nosotros, y depende de nosotros decidir si queremos negarnos a nosotros mismos para que él pueda hacer su obra maravillosa, y podamos convertirnos en  siervos útiles y bien dispuestos para su obra.

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